sábado, mayo 23, 2009

Muerte súbita


Es curioso cómo cambian las modas a la par que los usos y costumbres. El tenis, un deporte hasta no hace mucho algo elitista, y como tal poblado por un público bastante respetuoso -otros quizá dirían frío- y unos jugadores/as más bien serios, salvo excepciones (McEnroe y poco más) y vestidos de riguroso blanco, de repente cambió.

El público de algunos torneos importantes (como el Us Open) se ha vuelto ruidoso hasta el límite de lo soportable, o definitivamente futbolero, protestón y chungo, como en Roland Garros. Algunos de los abucheos más sonados han ocurrido en esas majestuosas pistas de tierra batida de París, donde con el paso de los años a los jugadores y jugadoras casi no se les deja ni apelar al juez de silla por una bola razonablemente dudosa. Es cierto que a veces tienen razón, pero casi siempre se exceden, y si no, véase la gran pitada que hizo llorar a una caprichosa Martina Hingis allá por 1999. La pitada fue de antología, y precicitó el fin del dominio de Martina Hingis en el circuito.



Por otro lado, los uniformes de los jugadores y especialmente jugadoras han sufrido una transformación sustancial, estallando en un arco iris algo psicodélico de colorines varios, cortes imposibles y escotes pronunciadísimos, además de peinados de todo orden y condición. Tanto, que a veces puedo entender que el público grite de horror... Entre otros, podemos encontrarnos a un tenista con aire de recién levantado de la cama y sin duchar ni afeitar haber saltado a la pista, como ese rollo guarri-grunge que lleva Andy Murray; o a la típica juani macizorra con microfalda y zapas color oro que van dejando destellos mientras corre, como le pasa a Serena Williams. Luego está el rollito pijuelo-o sea-marquita-latin lover de los 80 de Verdasco, el "soy-la-princesa-de-los-mares y plancho mi pelo y llevo horquillas rechamantes y pinto mi cara y da igual que vaya hecha un cuadro porque soy mona" de Ana Ivanovic ; el tema marca-culo, marca-brazo, melena al viento, pantalón pirata, o lo que es lo mismo, el sin par Rafa Nadal con su estilismo de poligonero, o la muy pavisosa Maria Sharapova en plan "mírame y no me toques" con sus pendientes de oro, sus abalorios para el pelo (excepto la crema depilatoria, que no usa en el bigote) y sus exiguos uniformes muéstralo-todo-en-movimiento.


En fin, una horterada como otra cualquiera.
Por ahora, pervive Wimbledon como sede sacrosanta del tenis, en donde casi todo es como antes: todos/as de blanco inmaculado, sólo se comen fresas con nata, y el público ora aplaude, ora permanece en silencio, y en todo caso murmulla educadamente para mostrar su desacuerdo. Y a los tenistas les obligan a cambiar de atuendo si se juzga inapropiado, como le pasó al pionero de todo este rollete horterilla, el sin par Agassi, cuando aún lucía melenón rubio a lo Bon Jovi.
God save the Queen.

miércoles, mayo 20, 2009

Farrah Fawcett


Farrah Fawcett fue la chica de portada de los años 70 en Estados Unidos, con permiso de Lauren Hutton. Después de ser descubierta de manera un tanto casual, un ejecutivo de Hollywood pensó que daría bien en cámara y la contrató como modelo publicitaria. Se sucedieron anuncios de jabones, colonias, pero sobre todo pastas de dientes -probablemente por su sensual aunque quizá excesiva dentadura- y, de manera arrolladora, productos capilares o directamente secadores.

Porque la melena, esa melena amplia, poblada y ondulada, rubia y sedosa, todo a un tiempo, se convirtió en su seña de identidad. Tanto fue así que incluso la industria cosmética creó un champú en honor a ella, cuando lo habitual era sacar perfumes, y eso si eras una estrellona como Liz Taylor, no una mera chica de portada.

Aaron Spelling, con su característico olfato para localizar un buen producto, la contrató para su iconográfica serie Los Ángeles de Charlie, donde a golpe de melena rubia y de pantalones de campana combinados con blusas ibicencas y faldas de tenis ajustadas, Farrah se erigiría en protagonista absoluta de la serie, a pesar de la manifiesta linealidad de su personaje Jill Munroe y de aparecer en ella durante una sola temporada.

Su póster en bañador rojo vendió 12 millones de ejemplares durante esa época, convirtiéndose en cierto modo en santo y seña de la misma: la gente aún se bronceaba alegremente sin preocuparse por el cáncer, las bellezas aún no pasaban masivamente por el quirófano para ser rematadamente perfectas, se podía ser delgada sin caer necesariamente en la anorexia, aún se bebía TaB, la gente fumaba alegremente sin calaveras en las cajetillas...

Luego Farrah se descentró un poco, yo diría que se fue bastante de "farrah" extrema, se casó con Ryan O'Neal, para luego divorciarse después de dos décadas, se quedó relegada a famosa de segunda con el discurrir de los 80; en otras palabras, que tuvo una trayectoria un tanto errática en la sólo que destacaría un film sobre una mujer maltratada que hizo en los 80 y una entrevista con David Letterman en la que aparecía algo inconexa y empastillada.

Aun así, para todos los que fuimos críos en los 70, esta mujer siempre nos traerá buenos recuerdos, ya sea porque despertó un incipiente interés estético o quizá erótico en nosotros, ya sea porque nos recordaba a nuestras madres, ya sea porque cuando la mirabas te parecía que la vida iba a ser un desenfreno de persecuciones de coches, melenas imposibles y gafas de sol.

La pobre Farrah ahora mismo no es ni la sombra de lo que fue. El paso de los años, los excesos, y sobre todo una enfermedad terrible la han maltratado hasta deformarla físicamente. En medio de todo eso, ella vuelve a ser una chica de portada; esta vez por su valentía (otros dirán oportunismo) a la hora de enfrentarse a su enfermedad, sin esconderla y hablando de ella sin tapujos, mostrando su deterioro paulatino, su lucha por la curación, sus múltiples tratamientos y otras escenas de gran privacidad con mucha naturalidad, de nuevo seduciendo a la cámara con ese algo especial que no ha perdido a pesar de todo.

NBC ha emitido la historia de la lucha contra el cáncer de Farrah Fawcett el viernes pasado que aún se puede ver aquí. Se llama Farrah's story y ha alcanzado una audiencia sin precedentes en Estados Unidos. No es un documento cómodo de ver, desde luego, y hay partes que yo he decidido saltarme. Sin embargo, lo recomiendo. Absténganse mentes impresionables.


Y ahora, recordémosla en plenitud. En esa pista de tenis, corriendo hacia el teléfono.

martes, mayo 19, 2009

Estoy como nunca!

SuperLola, 14 años después de su muerte, segumos adorándola. Sobre todo cuando nos sentimos como ella: como nunca. Flamenquillo-rap en vena.