Os confesaré que mi pituitaria y mi cuerpo pertenecen a Jean Paul (Gaultier para los no iniciados) desde mi más tierna juventud, después de errores iniciales como la colonia Privata (todos tenemos secretillos inconfesables de adolescencias erróneamente pijas) y los primeros intentos muy banales por derrochar carnalidad (es decir, Versace Blue Jeans).
Un día, de golpe, encontré mi olor. Le Mâle. The Male. El Macho. Curioso nombre para tan andrógino perfume, al tiempo que certera manera de compensar su inicial falta de masculinidad. Un perfume que destilaba tanto poderío pop en su envase como atrevimiento en su publicidad y descaro en su contenido. Calvin Klein también trató de seducirnos en esa época con una gama mucho más variada de nombre en monosílabo (Be, One, etc) sin conseguirlo más que por un corto período de tiempo.
Yo fui de la escasa avanzadilla de precursores que en plenos lánguidos primeros 90 se atrevió a bañarse, y digo literalmente, bañarse en aquel nada discreto perfume. La gente perfumada con Loewe o Armani se giraba por la calle pensando si era una putilla (hasta que me veían y entonces pensaban, un chaperillo) y miraban raro, aunque secretamente les gustaba. Les daba morbo. Otros que no llevaban colonia se paraban en seco y les faltaba poco para no ladrar.
Y ocurrió lo impensable. Poco a poco el dulce y exclusivo perfume empezó a conquistar los corazones de las chicas, que se lo regalaban al novio. Los novios más atrevidos decidieron ponerse un poco de vez en cuando, otros sólo lo hicieron a regañadientes y por complacer a las chicas, pero luego descubrieron que realmente no había un perfume similar y se lo empezaron a poner de motu propio, además de apuntarse al gimnasio, empezar a depilarse, comprar juguetes sexuales y dejar a la novia.
Luego llegó la metrosexualidad, Bershka perresca, Aquí hay Tomate y lo que antes resultaba atrevido pasó a ser mayoritario. Yo aún lo usaba, a pesar de la democratización del mismo. Pero es que la voz de alarma saltó hace poco, cuando he visto que los padres de mis amigos o amigas (de 60) también lo usan! Tócate las pelotas.¡¡¡Ya no soy la vanguardia!!!
En total, que cuando mi maravilloso bote de Le Mâle, ahora alternado sabiamente con Miyake, estaba ya pareciéndome mortecino, vulgar, y un poco Tena Lady, y ya me había puesto a buscar sustituto por las perfumerías sin demasiado éxito, decidí consultar internet. A tal grado de confusión había llegado. Y es que me estaba planteando no volver a echármelo, pero tampoco quería volver a ser una flor sin olor.
Entonces, en pleno proceso dubitativo, di con la web de ciao, que tiene un apartado para este tipo de cosas y bastantes opiniones sobre perfumes masculinos, lo cual es un consuelo puesto que pude comprobar que no soy una rara avis super friki. Y tres de las opiniones allí vertidas decían que mi wonderful perfume ERA TÓXICO. Según parece, contiene una cantidad de almizcle artificial y de f-talatos de agárrate y no te menees. ¿Tendrá mi proverbial flaqueza de salud y mi muy numerosa lista de padeceres algo que ver con ese aroma de los dioses que yo (si fuera sano) hasta me bebería a sorbos o en su defecto sorbería poco a poco como granizado en verano?
Muchos puntos acumulaba para arrinconar dicho veneno per secula seculorum cuando llegó la campaña navideña de super Jean Paul, y si el anuncio es auténticamente flipante por lo heterosexualmente sensual, no lo es tanto por su final, porque ahora le han cambiado el nombre, y se llama “Jean Paul Classique”. YA NO ES LE MâLE. ¡Ahhhhhhhhhhh! ¿Cómo que classique? De eso nada, es supermoderno. No puede ser, me dije, asincopado por la impresión. He de ir a por otro perfume o me quedaré más anticuado que las bolas de naftalina, y eso sólo si sobrevivo al veneno de sus ingredientes.
Total, que me fui a las perfumerías y esnifé como cincuenta sustancias en días sucesivos para llegar a la siguiente conclusión:
- Utilizaré de día probablemente el Le Mâle (de algo hay que morir) y lo alternaré con Kenzo for Men (aunque tiene cierto toque a Mister Proper baño que no acaba de convencerme).
- Y de noche o de fiesta o cuando tenga el cuerpo de rumba me aplicaré unos buenos chorros de Jean Paul 2. O sea, el nuevo perfume de Jean Paul Gaultier.
Todo cambia, nada cambia.
PD: Por favor, mensajeadme con ideas, recomendaciones, críticas, elogios y sobre todo contadme qué os ponéis y qué me recomendáis. Es lo que me In-Teresa.