
Hace ya un par de semanas que vi la película y me quedé con ganas de comentarla, pero últimamente me puede la pereza, y me cuesta mucho escribir en el blog. En cualquier caso, la película se merece que dedique algo de mi tiempo en comentarla.
Tengo la buena o mala costumbre de solicitar entradas para cada preestreno que organiza Radio 3, sin tener a priori demasiada información de la película. Doy por hecho que la película será buena y, si no lo es, pues tampoco tengo mucho de lo que quejarme. En este caso, aunque desconocía por completo la cinta, las referencias eran más que buenas. La película la dirige Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, y aunque esto no asegura nada, también está en su curriculum el haber dirigido varios capítulos de
A dos metros bajo tierra y
Los Soprano. Por otro lado, el productor es Alejandro González Iñárritu, autor de dos de mis películas favoritas,
Amores Perros y
21 gramos.
No había visto su anterior film,
Cosas que diría con sólo mirarla, y para los que la vieron en su día,
Nueve vidas, no guarda muchas sorpresas. Después de ver
Cosas..., comprobé que el punto de partida es el mismo. Historias de mujeres, aparentemente independientes, aunque someramente enlazadas. El nexo de las historias, además de que se desarrollen en lugares cercanos y se produzcan encuentros casuales, es la temática de cada una de ellas. Las situaciones son distintas, pero tienen en común la dependencia de los personajes femeninos, de sus maridos, padres o hijos. Las protagonistas se sienten atrapadas por un pasado traumático, o un presente que no les satisface, y sus relaciones afectivas, problemas de salud, o su instinto maternal, las aprisiona y las hace infelices.
El director vuelve a contar con muchas de la actrices de
Cosas que diría con sólo mirarla. De nuevo Holly Hunter (por la que siento debilidad), Glenn Close, Kathy Baker y Amy Brenneman. Y también Elpidia Carrillo, que en la cinta anterior abría y cerraba el film en un papel casi testimonial, y que en
Nueve vidas protagoniza la primera de las historias. Desde mi punto de vista, una de la secuencias más intensas del film, y con una buena dosis de carga metafórica, toda vez que el personaje, Sandra, está recluida en prisión y no se le permite hablar con su hija.
La novedad de esta segunda cinta está en minimizar el encuentro de la cámara con los personajes, de manera que sólo entramos en contacto con sus vidas a través de un plano secuencia de entre 10 y 15 minutos de duración. En este caso, los encuentros que se producen entre los personajes, no sirven más que para constatar que sus vidas discurren en solitario, aunque muy cerca. Y es este punto el que quizás me disguste más en la película. Se te presentan nueve historias que te ponen el corazón en un puño, y te que dan una información muy acotada de los personajes. Quizás preferiría un menor número de historias más interconectadas, a la manera de
Cosas que diría con sólo mirarla. No obstante, se agracede en el director su apuesta por el riesgo y por la innovación, en un segundo film con tantos puntos en común con el primero.
Con referencias como las enumeradas anteriormente (
Amores Perros, 21 gramos, Cosas que diría con sólo mirarla), está claro que no nos vamos a encontrar con nada nuevo, en cuanto a temática o estructura narrativa. Pero la película vale la pena a mi entender, y en buena medida por la labor de un conjunto de actrices expléndido, al que se añade las siempre estupendas Sissy Spacek y Robin Wright Penn. Todavía esta en un buen número de cines en Madrid, y se puede encontrar más información del film (incluso una entrevista con el director) en su página
web.