Lejanos ya los ecos de su album de debut con The Hacker en 2001, la de Grénoble regresa por sus fueros y despeja las dudas que I.Com, su album de 2004, había creado. Moviéndose en un terreno en el que se siente más cómoda, con su pose lacónica de Betty Page revirada, vuelve a derrochar contraste con una música electrizante.
Se le puede achacar que quizá no lleve el electro a una nueva dimensión, que quizá no evolucione demasiado, pero no nos importa porque perfecciona sus beats marca de la casa y nos provoca a apagar el cigarro, dejar la conversación, tirar la copa al suelo y simplemente mezclarnos con su sonido.
Definitivamente, vuelve la creadora del glitz. Ah, su disco se llama Batbox.
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