En apenas diez años, lo que era el buque insignia del comercio patrio, El Corte Inglés, capaz de asimilar gigantes caídos como Galerías Preciados y no morir en el intento, ha pasado de un crecimiento espectacular a mostrar claros signos de agotamiento en ventas, enfoque y planificación. Sus divisiones de moda (Sfera) o supermercados (Supercor, Opencor) han presentado pérdidas este año y a pesar de que la crisis que nos afecta puede haber influido negativamente en dichos resultados, lo cierto que ECI parece haber perdido el rumbo.
Conocido hasta hace poco por gozar de un servicio de atención al cliente impecable y un surtido de productos inmejorable, ha comenzado a perder dicha reputación rápidamente. El propio concepto de los grandes almacenes en sí parece haberse quedado anticuado, ya que existe toda una nueva gama de tiendas especializadas (Fnac en electrónica, Inditex o H&M en moda, Sephora en perfumería) que ofrecen precios más ajustados además de mayor variedad y sobre todo creatividad en la presentación y gama de productos. Y eso por no hablar de la competencia feroz del comercio electrónico o de la poco acertada política de precios del triángulo verde.
Por otro lado, ECI está perdiendo la batalla generacional, quedándose claramente obsoleto. Para las generaciones más jóvenes (y las menos jóvenes en parte) ir de compras "al corte" es algo casposo, un poco rancio si se quiere. En moda no hay nada comparable a la velocidad y precisión de Mango, Berskha o H&M, con precios más ajustados y dependientas más dinámicas en general.
Otro de los posibles problemas de ECI es la sobreexposición. Ha dejado de ser un lugar exclusivo presente sólo en capitales o ciudades grandes para diversificarse tanto que se ha hecho mundano y anodino. Realmente, si el corte quiere sobrevivir, va a tener que dar un cambio muy grande, cambio para el que quizá las estáticas filas de directivos no estén preparadas.
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