Nadie lo ha cantado mejor. Marilyn, probablemente en barrena personal, hizo un alto en su inestable discurrir vital de cancelaciones, retrasos, somníferos y manicuras para aparecer (con retraso) en el cumpleaños del presidente JFK hecha un precioso regalo. Algo titubeante, oculta bajo un largo y espeso abrigo, sale al escenario para brillar con luz propia mientras entona el happy birthday con una cadencia única que suena a despedida de amantes.
Espontánea, probablemente algo drogada, inocentemente erótica, se despedía así de su amante ante los ojos incrédulos de los americanos. Marilyn, aun titubeante, literalmente brilla ante las cámaras y se convierte de nuevo en ese icono irrepetible que casi siempre fue, eclipsando a la glamourosa pero fría Jackie O.
No hay comentarios:
Publicar un comentario