Se acerca peligrosamente el estreno de Cisne Negro (Black Swan), la última película de uno de mis directores preferidos, Darren Aronofsky, autor de joyas como Requiem por un sueño o Pi. Cada vez más reconocido por el establishment, Aronofsky no ha renunciado a su estilo, y esta vez ha conseguido que su película recaude millones y al mismo tiempo esté multinominada en esa feria de premios en la que se convierte Hollywood y por extensión todos los USA en estos primeros meses del año, lo que no deja de tener su mérito.
Habitualmente hace pocas concesiones y presenta un material impactante, tanto por su temática como por su planteamiento visual. En este caso, intuyo que Cisne Negro nos contará una historia retorcida, malsana, reconcentrada y sofisticada sobre las paranoyas de una bailarina que trata de hacerse con un papel protagonista en una representación moderna de El Lago de los Cisnes. Al parecer dicho papel supone aceptar una dualidad irreconciliable: poder asumir la identidad del cisne blanco, dulce e inocente, y la vez la del cisne negro, oscuro y malvado.
La protagonista, sobradamente preparada pero enfermizamente insegura, maneja el cisne blanco como si estuviese adherido a su piel, pero titubea cuando tiene que apoderarse del otro personaje, y comienza un descenso a los infiernos de los recovecos más ocultos de su psique, donde una madre exigente y una competidora algo suelta no harán sino hundirla más.
Definida por algunos como un thriller psicológico, por otros como un estudio de personaje, y por el resto como una película de terror, Cisne Negro me parece a priori una de las propuestas más atractivas que ha dado la cartelera en mucho tiempo, y espero que esta sensación de anticipación y urgencia que tengo por verla no infle mis expectativas y luego me sienta defraudado.
No puedo esperar!!!
Natalie Portman, Mila Kunis, Barbara Hershey, Vincent Cassel y Winona Ryder se acercan...
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