Yo tengo una amiga bióloga que cuando toca el tema me pone los pelos de punta, supongo que como a todos, y por eso mismo todos preferimos no pensar mucho en ello, ya que el rollo extinción de la raza no es lo que más te apetece tratar un sábado cualquiera, pongamos por caso, en un pub flanqueados por las notas imposibles de la Terremoto de Alcorcón, ¿o tal vez sí? Nos dedicamos a mover el cucu, brindamos, bailamos, nos enrollamos con alguien si surge y “pacasa”. Maravillosa inconsciencia.
El caso es que por mucho que neguemos el problema o lo ignoremos, más bien, el tema no hace sino empeorar. De repente, nuestra cartelera anuncia un documental que afronta el tema desde una perspectiva seria y al mismo tiempo comprensible para todos: Una Verdad Incómoda. No pude evitar ir al cine el día de su estreno. Estaba preocupado, jopetas. A todo esto, el timing del estreno, perfecto, en plena ola de calor de noviembre.
Lo primero que me sorprendió fue la cantidad de adultos que poblaban el cine, incluso jubilados, y me sentí mayor de lo que soy, incluso un poco carca. Un horror. Al poco rato, empezó la peli. No os desvelaré ningún secreto si os digo que alguna de las afirmaciones y predicciones que ofrece son realmente desalentadoras. No niego que sea un proyecto útil y hasta cierto punto bien llevado. Pero, por favor (con tres uves), ¿quién se cree Al Gore?
Pero empecemos por el principio. Al parecer, el documental es una translación cinematográfica de una conferencia que mister Al Gore, expresidente de los EEUU y excandidato demócrata, se ha empeñado en dar por los confines del universo poblado. El punto de partida, consecuentemente, me parece partidista como poco; no sé que hace este tipo como portavoz del movimiento ecologista. Es como si Paris Hilton se hiciera defensora de la lactancia materna, ¿no? Nada que ver. Y me diréis, Brigitte Bardot también defiende a las focas, pero ella lo hace desde que se puso oronda y redonda, lo cual tiene cierto pase. Por otro lado, el tono empleado es tan irritantemente paternalista, didactista (que no didáctico) e infantiloidemente buenrollista que provoca alergia. A veces da la sensación de que te toman por un parvulito, y no se puede subestimar al espectador de esa manera. Se supone además que este documental va dirigido a mentes pensantes que votan al partido demócrata, así que ¿por qué se nos trata este señor como a alumnos de primaria, con esos gráficos simples y discurso sin oraciones subordinadas? Misterios sin resolver.
Al mismo tiempo, eché de menos la mala leche de “Super Size Me” o la sutilidad e inteligencia de “Party Monster” y noté el abuso de la técnica de Michael Moore en todo momento, pero con menos talento. Una visión cuasiunívoca, machacona, y para rematarla, bastante pobre visualmente, con mucho soporte fotográfico e imágenes tomadas de la CNN (inaudita falta de medios, en mi opinión, y de espectacularidad).
En definitiva, que todo lo válido que ofrece el contenido del documental, donde conocemos datos alarmantes y bien seleccionados lo invalida hasta cierto punto una forma burda de presentarlo. Al Gore, no puedo con él, “candemor”. Me daba ganas de enchufarle un buen chorro de laca setentera llena de CFCs. Porque yo lo valgo.
1 comentario:
Ensalada; documental, película, conferencia. Aderezado con ecología, política y economía.
El resultado me dejó un sabor amargo, y la convicción de que el la medida de lo posible, tengo que hacer algo.
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