lunes, marzo 05, 2007

Ojos que no ven, peligro en el ambiente


La censura nos suena ajena por quedar ya lejana en el tiempo, ser impropia de un país avanzado y parecer improbable (al menos a priori) hoy en día. En franca colisión con las libertades de prensa y expresión, los países democráticos habían logrado aislarla, casi eliminarla. Es cierto que en algunos asuntos existía cierto secretismo, que a veces no se contaba más que la verdad a medias, y que en ocasiones conocíamos secretos a voces, pero hacía mucho tiempo que la expresión como tal, "censura", no se aplicaba a la actualidad.

En menos de un mes, nos hemos topado con tres ejemplos sangrantes de censura informativa de la buena. El primero de ellos tuvo lugar cuando un juez impuso censura cautelar sobre un reportaje que Telecinco iba a emitir acerca de la vida del Pescaílla en su refrito de higadillos llamado "Hormigas Blancas". El programa tiene un título verdaderamente terrible, lo sé, y entiendo que un programador lo retire por ello o por otras razones, pero que un juez lo censure, me resulta extraño.

El segundo ejemplo, esta vez en TVE, fue la entrevista que Quintero perpetró a José María García, si bien en este caso los propios directivos de la cadena impusieron dicha medida, posteriormente publicitada hasta el aburrimiento por el entrevistado. ¿Hasta qué punto es lícito tapar bocas incómodas?

Hoy mismo, apostado frente al televisor mientras picoteaba un anti-inflamatorio para una lumbalgia horrorosa que tengo, veo un mensaje en la pantalla de Telecinco avisando al público de que la emisión de "Diario de" de Mercedes Milá que versaba sobre el maltrato a niños en una guardería de Madrid había sido suspendida por un juez. Me tragué dos pastillas juntas. Censura pura y dura. Una cosa así sólo se puede asimilar con barbitúricos.

El reportaje en sí prometía sensacionalismo a cucharadas -literalmente- pero para denunciar hechos sangrantes, ojo al dato (va por tí Chemilla García). Si lo que se contaba el otro día en otros programas sobre el caso era cierto y las autoridades educativas competentes presuntamente no actuaron como debieron por omisión, el caso es de interés público. Resultado: también se censura su emisión. Cómo no.

Empieza a parecerme muy sospechoso este recurso fácil típico de épocas francamente superadas. Y tal día como hoy y sin que sirva de precedente diré: ¡Viva la telebasura! Supongo que la gente no se rebotará hasta que censuren el Salsa Rosa o un partido de fútbol...

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