martes, diciembre 26, 2006

Flor sin Olor


Soy seguidor de los perfumes, lo que quiere decir que me gusta olerlos en los demás, en mí, en las tiendas, en los bulevares; probablemente porque poseen un ligero toque decadente o quizá por su elevado nivel de artificialidad, pues se escogen con esmero, se embotellan con el máximo detalle y se anuncian compulsivamente prometiendo lo imposible. Eso que todos queremos. Y también, por qué no, porque dicen algo de nosotros (¿acaso no afirman eso en la publicidad?).

Os confesaré que mi pituitaria y mi cuerpo pertenecen a Jean Paul (Gaultier para los no iniciados) desde mi más tierna juventud, después de errores iniciales como la colonia Privata (todos tenemos secretillos inconfesables de adolescencias erróneamente pijas) y los primeros intentos muy banales por derrochar carnalidad (es decir, Versace Blue Jeans).

Un día, de golpe, encontré mi olor. Le Mâle. The Male. El Macho. Curioso nombre para tan andrógino perfume, al tiempo que certera manera de compensar su inicial falta de masculinidad. Un perfume que destilaba tanto poderío pop en su envase como atrevimiento en su publicidad y descaro en su contenido. Calvin Klein también trató de seducirnos en esa época con una gama mucho más variada de nombre en monosílabo (Be, One, etc) sin conseguirlo más que por un corto período de tiempo.

Yo fui de la escasa avanzadilla de precursores que en plenos lánguidos primeros 90 se atrevió a bañarse, y digo literalmente, bañarse en aquel nada discreto perfume. La gente perfumada con Loewe o Armani se giraba por la calle pensando si era una putilla (hasta que me veían y entonces pensaban, un chaperillo) y miraban raro, aunque secretamente les gustaba. Les daba morbo. Otros que no llevaban colonia se paraban en seco y les faltaba poco para no ladrar.

Y ocurrió lo impensable. Poco a poco el dulce y exclusivo perfume empezó a conquistar los corazones de las chicas, que se lo regalaban al novio. Los novios más atrevidos decidieron ponerse un poco de vez en cuando, otros sólo lo hicieron a regañadientes y por complacer a las chicas, pero luego descubrieron que realmente no había un perfume similar y se lo empezaron a poner de motu propio, además de apuntarse al gimnasio, empezar a depilarse, comprar juguetes sexuales y dejar a la novia.

Luego llegó la metrosexualidad, Bershka perresca, Aquí hay Tomate y lo que antes resultaba atrevido pasó a ser mayoritario. Yo aún lo usaba, a pesar de la democratización del mismo. Pero es que la voz de alarma saltó hace poco, cuando he visto que los padres de mis amigos o amigas (de 60) también lo usan! Tócate las pelotas.¡¡¡Ya no soy la vanguardia!!!

En total, que cuando mi maravilloso bote de Le Mâle, ahora alternado sabiamente con Miyake, estaba ya pareciéndome mortecino, vulgar, y un poco Tena Lady, y ya me había puesto a buscar sustituto por las perfumerías sin demasiado éxito, decidí consultar internet. A tal grado de confusión había llegado. Y es que me estaba planteando no volver a echármelo, pero tampoco quería volver a ser una flor sin olor.

Entonces, en pleno proceso dubitativo, di con la web de ciao, que tiene un apartado para este tipo de cosas y bastantes opiniones sobre perfumes masculinos, lo cual es un consuelo puesto que pude comprobar que no soy una rara avis super friki. Y tres de las opiniones allí vertidas decían que mi wonderful perfume ERA TÓXICO. Según parece, contiene una cantidad de almizcle artificial y de f-talatos de agárrate y no te menees. ¿Tendrá mi proverbial flaqueza de salud y mi muy numerosa lista de padeceres algo que ver con ese aroma de los dioses que yo (si fuera sano) hasta me bebería a sorbos o en su defecto sorbería poco a poco como granizado en verano?

Muchos puntos acumulaba para arrinconar dicho veneno per secula seculorum cuando llegó la campaña navideña de super Jean Paul, y si el anuncio es auténticamente flipante por lo heterosexualmente sensual, no lo es tanto por su final, porque ahora le han cambiado el nombre, y se llama “Jean Paul Classique”. YA NO ES LE MâLE. ¡Ahhhhhhhhhhh! ¿Cómo que classique? De eso nada, es supermoderno. No puede ser, me dije, asincopado por la impresión. He de ir a por otro perfume o me quedaré más anticuado que las bolas de naftalina, y eso sólo si sobrevivo al veneno de sus ingredientes.

Total, que me fui a las perfumerías y esnifé como cincuenta sustancias en días sucesivos para llegar a la siguiente conclusión:

- Utilizaré de día probablemente el Le Mâle (de algo hay que morir) y lo alternaré con Kenzo for Men (aunque tiene cierto toque a Mister Proper baño que no acaba de convencerme).

- Y de noche o de fiesta o cuando tenga el cuerpo de rumba me aplicaré unos buenos chorros de Jean Paul 2. O sea, el nuevo perfume de Jean Paul Gaultier.

Todo cambia, nada cambia.

PD: Por favor, mensajeadme con ideas, recomendaciones, críticas, elogios y sobre todo contadme qué os ponéis y qué me recomendáis. Es lo que me In-Teresa.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes lo que uso, pero como respondo a todo aquel que me lo pregunta.
En ti olerá distinto porque lo que hay dentro del frasco lo podrás comprar. La salida será la misma pero el cuerpo y el fondo no. Ahí intervienen mi ph y sudor, es lo que hace distinto a cada persona. Así que mi respuesta a tu pregunta es que huelo a mi, a quien sino.

Enebro dijo...

Ese perfume de Jean Paul me gusta porque es el único que no ha utilizado flores en su composición. La base es de chocolate y ENGANCHA literalmente. Crea auténtica adicción, así es fácil comerse el mercado.
Yo para los perfumes soy más clásico, me gusta Eau Savage de Dior, es fresco y ligeramente cítrico.
Si prefieres los aromas más empalagosos te recomiendo Antaeus de Chanel. Polvazo garantizado.

trapalleiro dijo...

Eso del polvazo garantizado necesita aclaración... Porque a lo mejor vale la pena comprarse el perfume en cuestión.
Taluego enebro.

Cosimo dijo...

Yo pasé ayer buena parte de la mañana en una perfumería esnifando aromas y llegué a unas cuantas conclusiones:
- cualquier perfume que lleve sándalo me deprime.
- los tonteos con otras marcas diferentes a la que suelo utilizar me salen caros.
- "Amor" para hombre de Cacharel es una opción muy a tener en cuenta (si fuera mujer me bañaría cada mañana en Lulú y ésta me recuerda a ella).

pop-derío dijo...

Gracias por los comentarios. Realmente, esto del perfume es una cosa muy personal. Y yo sigo con mis dudas...

lamalaeducacion dijo...

Los perfumes, excelentes disfraces, esenciales para la substistencia vital en esta sociedad cada vez más descarnada. Escribí algo sobre mi experiencia sobre los perfumes. Échale un vistazo si lo deseas. Un saludo.

lamalaeducacion dijo...

Esto es lo que escribí. Un saludo.

http://vomitoliterario.blogspot.com/2006/10/cronologia-aromtica.html

lamalaeducacion dijo...

Hola. Hay quien habla de infidelidad aromática (tú y yo, en el artículo, por ejemplo). Sin embargo, ahora que lo pienso ... ¿Porqué no llamarlo eclectecismo existencial? Ya sabes, el ser humano empeñado, como siempre, en buscar eufemismos a todo lo que le rodea ;-) Gracias por tu comentario en mi blog. Un saludo.