martes, diciembre 05, 2006

SCOOP O VOLVER CON LA FRENTE "FLORIDA"

El otro día fui a ver Scoop de Woody Allen. Siempre me habían gustado sus películas, excepto en la segunda mitad de los 90, donde Acordes y Desacuerdos (insufrible) o las decepcionantes Granujas de Medio Pelo o Todo lo Demás provocaron cierto desinterés en mí hacia sus propuestas. Como buen director que es, y sobre todo estupendo guionista, siempre encontraba toques de talento y originalidad en lo que veía, pero bastante dispersos. Además, ciertos tics se me hacían repetitivos y poco inspirados.

Sin embargo, esto cambió. De casualidad me llevaron a ver Melinda y Melinda y recuperé algo de interés. Me volví a sentir fan con Match Point - un gran cambio de tono y obsesiones - a pesar de que su primera mitad me pareció muy superior a a segunda, y con Scoop creo que me he vuelto incondicional. Veréis por qué.

La trama nos sitúa en el Londres contemporáneo, en un espectáculo de magia en el que una inexperta periodista americana - Scarlet Johansonn supercreíble - recibe un soplo sobre un asesinato mientras participa en un truco. El que lanza este soplo viene de un pintoresco más allá, más propio como videoclip de la infame "Ay quién maneja mi barca, quién" que de una película "seria".
A partir de ahí, y con la inestimable colaboración del mago (Woody) como compañero de correrías detectivescas, ambos tratan de resolver el misterio introduciéndose en el círculo social aristocrático al que pertenece el supuesto asesino, inventando una relación paterno-filial de lo más inverosímil. El supuesto criminal resulta ser un apuesto joven (un Hugh Jackman ajustado al papel) por el que la desastrosa periodista beberá los vientos; eso sí, sin renunciar a investigar lo que parece ser a fin de cuentas una gran paranoia.

Al tiempo que los diferentes orígenes de los personajes - clases sociales dispares, nacionalidades distintas como son el Reino Unido y Estados Unidos - provocan ciertos contrastes bien aprovechados por el guión; las situaciones rocambolescas se suceden una tras otra sin dejar de ser del todo creíbles, lo cual tiene bastante mérito si nos fijamos en lo extremo de la trama. En definitiva, que resulta simpática, divertida y ocurrente. Esta vez no he notado un agotamiento de los planteamientos a mitad de película, ni me ha ocurrido que de repente un personaje me resulte cargante después de un rato.
Podemos extrapolar alguna reflexión más profunda de toda la ficción planteada (la obsesión por la muerte, muy desdramatizada, o la desconfianza hacia las apariencias) pero siempre en tono irreverente. Resumiendo, os diré que recomiendo esta película si queréis pasar un buen rato y os gusta el Woody Allen de siempre. Por cierto, la música, m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-a. Y me olvidaba, tiene cosas de Misterioso Asesinato en Manhattan y también de Desmontando a Harry.

1 comentario:

pop-derío dijo...

No había caído en la cuenta, pero es cierto, juega con los géneros de manera autoreferencial. Me ha parecido una observación muy aguda.