Hace ya un tiempo que no escribo. Menos mal que en mi ausencia, mi compañero Poderío ha mantenido vivo este blog con su torrente de ideas (y de palabras). A él le preocupa que esté usurpando mi lugar, pero yo creo, sin embargo, que es mi nombre (nick o whatever) el que ya no se merece encabezar este proyecto que tenemos en común. Esto requiere una pensada y, sobre todo, una conexión a Internet decente, de la que carezco desde mediados de noviembre. Primero porque mi proveedor de ADSL me dejó sin línea durante un mes para, al parecer, hacer mejoras en el servicio que me presta. Y ahora, porque en casa de mi madre, con modem analógico y sin tarifa plana, me conecto exclusivamente para atenuar el mono. Porque sí, lo reconozco, soy adicto a la red.
En fin, que aunque me haya puesto a escribir, escribo sin un motivo ni tema que desarrollar, simplemente por el placer, y en parte por la obligación, de escribir. Aunque no me gustaría ensombrecer el estupendo post de Poderío. Así que espero que quien lea esto se tome un par de minutos más para leer su crónica sobre Babel. Que leyéndolo a él, casi me estará leyendo a mí, porque sus opiniones suelen ser muy parecidas a las mías. O al menos, puedo adelantarme a ellas, como si fuéramos una pareja de las de toda la vida, que ha ido infinidad de veces al cine juntos los domingos. En muchos otros casos tenemos un gusto parecido, mientras que en otros no tiene nada que ver… (como me decía un amigo común, "tu y yo nunca nos pelearemos por el mismo hombre").
En fin, se acaban las vacaciones de Navidad. Casi dos semanas que me he pasado en mi pueblo, en un estado de felicidad estúpida, disfrutando de las rutinas y de esas pequeñas cosas que siempre han estado ahí, pero que nunca había valorado: los paseos en bicicleta por el puerto, las conversaciones con mi madre y mi abuela, las cenas con primos y tíos, etc. Será que he madurado, o peor, que me estoy haciendo viejo. Hace poco superé la barrera de los 30, y eso debe notarse. Ahora, siento morriña. Y me siento gallego, arraigado a mi origen. Y disfruto de aquellas cosas que me hacen sentir que comparto identidad con el resto de los gallegos, como hablar una misma lengua. Como anécdota, no me perdí ni los culebrones ni los realities de producción propia de la teuvegá, toda vez que rodaban los exteriores en mi pueblo, o a pocos kilómetros de él.
Pues ya toca volver a Madrid, a esa nueva vida que busqué en su día, aunque con nostalgia de la pasada. Pero por lo menos empezaré con buen pié, porque mañana iré al ceed's Winter Festival. Así que imagino que la próxima vez que escriba hablaré del festival o del próximo cine que haré, para el que Maria Antonieta tiene muchos puntos. Por cierto, gracias una vez más a ledo75, al que le hurté la foto. No creo que le moleste el robo, porque sólo tiene que descorrer las cortinas para hacer otra.
2 comentarios:
Tengo problemas con blogger, y no consigo colgar una entrada. La crónica que prometía del Ceed's Winter Festival. Pues hasta que blogger quiera...
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