sábado, septiembre 01, 2007

Perras pop

Hace pocos días escuché algo en las noticias que me dejó patty-diphuso. Una perrilla (ojo, va sin segundas) norteamericana llamada Trouble había heredado 12 millones de su dueña, una señora al parecer bastante insoportable que respondía al nombre de Leona Helmsley y no respondía al apodo de "Queen of Mean" que podríamos traducir por algo así como la reina de la maldad o "Cruella de Vil" que es como más gráfico. Leona decidió dar el último rugido con estilo y desheredó a dos de sus nietos en favor de Trouble- aunque no a otros dos, ni a otros miembros de la familia - y esto ha causado mucho "trouble". Seguro que Leona escogió ya el nombre de la perrilla con calculada ironía postmortem.

Este gesto algo excéntrico podrá quizá sorprender e incluso escandalizar a algunos, pero después de todo Leona debía sentirse algo sola y poco escuchada para dejar semejante legado a un animalillo que probablemente le fuera muy fiel en sus afectos, por no decir incondicional, la acompañase en todo momento y no le pusiera apodos chungos. Y todo esto entronca con un libro del que quiero hablar hace mucho tiempo, un libro vintage (pero vigente) muy curioso que la noticia me ha hecho releer para mi regocijo.

La autora, Jacqueline Susann, es mi favorita de todos los tiempos, y éste fue su primer libro publicado, allá por los primeros 60. Jacqueline había tenido un sueño desde niña, ser una estrella, y lo intentó todo -actriz, presentadora, modelo- sin éxito. Decidida a ir a por todas a pesar de su fracaso, se casó con un afamado productor de la época -Irving Mansfield- que vio en ella un potencial indefinido pero infinito. La pareja jamás se separaría, pero las adversidades continuarían. Su hijo, Guy, era autista profundo y con necesidad de internamiento, lo cual destrozó a Jacqueline, y al poco tiempo a ella le descubrieron un cáncer en el pecho que hubo que extirpar.



Cuando todo estaba en su contra y los médicos le daban poco tiempo de vida, todavía anónima, enferma y un poco amargada, hizo un pacto con dios, diciéndole que ya que le quedaba poco tiempo de vida y que por el momento se había portado fatal con ella, le debía dos cosas: una, concederle unos años más, y otra, hacerla famosa. Y se lo pidió en una colina del Central Park, en un gesto muy Susann.

Para conseguirlo Irving le sugirió que escribiera, y de repente, Jackie lo vio claro, se compró una Olivetti Rosa Fucsia y empezó a escribir recurriendo a su vida cotidiana de un modo moderadamente escapista, marcadamente frívolo, y rematadamente pop en una novelita que se convirtió en la favorita de muchas estrellas de Hollywood y también de gente más de a pie, vease yo. Jackie relató con eficiente desparpajo cómo se había convertido en una amante de los perros a través de la adquisición de una perrita de aguas a la que bautizó Josephine, aunando el costumbrismo y el pop con una Nueva York en plena transformación de fondo.

Pendiente siempre del detalle, nos cuenta cómo fue la elección de la perra (o más bien de cómo la perra la había elegido a ella), sus idas y venidas al veterinario, cómo logró superar la oposición inicial del marido con un premeditado ataque de histeria, los gustos sibaritas y hollywoodienses de la perra (que llevaba prendida de una correa rosa de cuero y nunca se acostaba antes de las 4 de la mañana), sus enfermedades y los remedios imposibles que le mandaban aplicar, el empeño de la perra por hacer sus "cositas" encima del New York Times incluso en el exterior, las antidietas de la perra, etc... Contado así parece un tostonazo, pero poneos a leer el libro y ya me contaréis. Se nota el pijerío a la legua, ese pijerío revenío, detallista e inteligente que resulta inimitable y arrollador.


Sé que puede resultar extraño que recomiende un libro aparentemente tan anacrónico, pero es que el talento no entiende de décadas. Hay una reedición muy reciente y ya agotada en Penguin, por lo tanto en inglés, y podéis encontrar versiones en español en ediciones sesenteras y setenteras de Grijalbo, pero siempre en librerías de segunda mano o por internet. Yo optaría por la edición de 2004 inglesa de la que adjunto portada al inicio. Jackie es intraducible en algunos giros, como todo autor destacado que se precie pero más.

Jacqueline era lo más. Creedme.

2 comentarios:

lamalaeducacion dijo...

Esa máquina de escribir me recuerda, inevitablemente, a "La vida de los otros". Película que me dejó, nunca mejor huella, huella (roja).

pop-derío dijo...

A veces lo que empleas para escribir tiene su influencia en lo que escribes. ¿O no?