martes, diciembre 05, 2006

Campos de Teresa


Aunque hace poco tiempo que soy bloguero, reconozco que me está dando fuerte. Tanto que creo que el bloguero de cabecera debe querer emigrar escandalizado por mi falta de criterio para escoger qué comentar (entiendo que el post pro Lindsay Lohan pueda parecer carente de criterio, pero es que vivimos en una época POP, y ya se sabe, cuando haces POP ya no hay stop). Espero que vuelva pronto porque me parece que esto se está desmadrando. De hecho lo de este post puede hasta escandalizar.


Y es que yo tiendo a dejarme llevar, culturalmente hablando. Al principio me puede costar un poco, pero después me adapto y defiendo lo indefendible, que luego resulta no serlo tanto. No sé si me entendéis, es por ejemplo como lo que ocurre con las libretas de Naranjito, que en el 82 a todos nos parecían horrendas y sin embargo ahora, vía ejercicio nostálgico, ponemos en el altar de lo chic. Todo por culpa del tiempo, que todo lo tiñe de vínculos.


O como mi relación con la televisión matinal. Empecé haciéndome fan de la tele matutina cuando empezó allá por los años 80 y tantos, una extravagancia, en aquel programa-cajón desastre que moderaba Jesús Hermida (Por la Mañana, creo que se llamaba) y amenizaban entre otras Consuelo Berlanga (semi retirada), Irma Soriano (mi preferida en aquel entonces, joven, guapa y simpática con lo del "cao-cao", después desdibujada), Miriam Díaz Aroca (show-woman desgraciadamente reconvertida en robot pseudoIgartiburu), Nieves Herrero (prefiero no comentar) y THE QUEEN MARÍA TERESA CAMPOS. Qué tiempos.


Como sucesor de la carta de ajuste, la verdad, me parecía comparativamente mejor, especialmente los "Apueste por Una" en los que una agria Patricia Ballesteros perdía sistemáticamente por no poder luchar contra el gracejo y la persuasión de your royal highness MariTere. Era la época en la que estaba de moda la superpeineta de Martirio, la guerra de los sexos y las hombreras super powerful. María Teresa ejercía también de comedianta en una especie de sketches con cierta continuidad que se montaban a veces en el programa, siendo cuando menos eficaz, y cuando más la mejor.


Al poco tiempo pudo desarrollar un programa propio, y aunque vagó por varias cadenas siempre destacó por encima de todas y todos, mezclando entrevistas, actuaciones, desfiles de moda algo cutres, introduciendo el corazón en la televisión de forma todavía tímida y hasta cierto punto elegante, promocionaba fregonas, spaguettis y zapatillas como si tal cosa; seguía con sus teatrillos, y disfrutaba como una enana. Es cierto que en su última etapa se había vuelto algo intransigente en algunos momentos, que cometió el error de contratar a Rociíto, puede que incluso resultara algo prepotente, no lo sé a ciencia cierta, pero creo que no se le ha reconocido que creó el germen de lo que son ahora casi todos los magazines televisivos, algunos actualmente desmadrados y sonrojantes. Ella eso lo solía controlar. Porque, como se dice por el norte a veces no hablaba, sino que "posaba la palabra".


Alguien pudo con ella hace casi dos años, de manera muy contundente. Con la que era la superviviente por excelencia del mundo catódico ibérico. Esta otra señora no ha hecho sino copiar el modelo Campos sin pagarle derechos de autor ni agradeciéndole nada. Quizá use un tratamiento de las noticias algo menos vehemente, más "pijo", pero en el fondo los temas que se tratan son en su mayoría más truculentos, y la profundidad que se le da a la mesa de debate político (otra copia escandalosa) es casi de chiste. Esta señora, a mi modo de ver, no se sabe expresar con la necesaria fluidez a veces, y me resulta estirada, falsa y bastante sosa. Me da como AR-dor de estómago.


Ya sé que en el mundo bloguero probablemente resulte algo "marujil" el tema que he tratado, pero a mí la Campos me daba rollito, me hacía gracia, y la echo de menos. Además, quien no sea un poco marujilla a veces que tire la primera piedra. Yo además de marujilla ocasional, he de reconocer que soy un poco teleadicto, o más bien lo era, porque tal y como se está poniendo la tele, mejor me voy al cine. O a hacerme un arroz a banda.


Un fan de Teresa Campos.


PD: No sólo de Derrida, Shakespeare o Woody Allen vive el hombre. Al menos yo. Y la mujer ni te cuento.

1 comentario:

trapalleiro dijo...

Querido, estás desatado... Tú sigue, que yo hasta dentro de unas semanas no creo que escriba ná de ná.