jueves, marzo 01, 2007

Noruega cañí



La Fundación Barrié ha inaugurado su exposición sobre el estilo decorativo escandinavo, presentando un número no muy amplio pero bien seleccionado de piezas: relojes, cubertería, sillas, lámparas, teléfonos o trajes (horrendos, éstos). En la línea habitual de sus presentaciones, se opta por un recorrido sencillo, escueto, con algún golpe de efecto. La exposición parte de un texto de presentación donde se nos relata la historia de dicho diseño, su relevancia actual y sus bases filosóficas, todo muy de agradecer para pseudo-neófitos como yo. No voy a ahondar mucho en ello porque lo podéis “googlear” en dos segundos. Yo voy a lo mío.

Ahora que Ikea arrasa en todas partes, los preceptos básicos del diseño escandinavo –ligero, discreto, funcional – se han asimilado al diseño masivo. Suena bien, sí, pero si lo analizamos un poquito ya no es lo mismo:
1) La ligereza se convierte en punto referencial de dicho estilo porque probablemente lo robusto y aparatoso no tiene cabida en nuestras minúsculas moradas. Prueba a meter un aparador estilo Luis XVI en un pisillo actual. Mortal.
2)Discreto, discreto… claro, el mobiliario se ha vuelto discreto para compensar lo muy cotillas que nos hemos vuelto y así, al contemplar nuestros muebles, tranquilizar nuestras conciencias. Pero no sirve de nada, pues reunidos en esos discretos marcos incomparables le damos a la sin hueso y no dejamos títere con cabeza.
3) Lo de la funcionalidad cada vez me parece más vulgar y repetitivo. Donde se ponga Villa Meona, ese delirio rococó Preysleriano donde sientes bulimia sensorial, que se quiten los asépticos templos de la modernidad mal entendida, pura anorexia de los sentidos. ¿Por qué tienen que ser las casas como una oficina, diáfanas, útiles, preparadas para la producción masiva? Aghhh… Las casas tienen que ser un estímulo para los sentidos.

Entre lo más llamativo (e interesante) de la selección, yo destacaría unos teléfonos Ericsson fijos que se asemejaban a mangos de ducha (u otros objetos más morbosillos) porque me transmitían un rollo más lúdico que lo demás; una silla de biblioteca con patas gigantescas (funcionalidad cero, qué alivio) y una aspiradora llamada “trilobite” que parecía sacada de los Picapiedra, bastante más colorista que el conjunto general.

No quiero restar méritos al diseño escandinavo, que ciertamente resulta elegante y posee bastante carga iconográfica, pero auguro su pronta decadencia. Nada me recuerda más al minimalismo tan de moda en los 90, con aquella ropa negra, de líneas sencillas, repetida hasta la saciedad, aborrecida a fecha de hoy. Yo creo que va a haber un revival del papel pintado, de los interiores recargados, de las formicas más extremas y de las moquetas más frondosas.

Y es que a mí me gusta un huevo Kinder, pero como el Bollycao de toa-la-vida-toa-toa no hay ná. Luego ya en otro plano, lo que es la raza escandinava me pone mucho muchísimo, o sea, que no dejo de ser un poco como Alfredo Landa corriendo detrás de las suecas…y Björk o los Sigur Ros me encantan, no me malinterpretéis, pero pa viví yo lo que quiero es una casa-casa, ojo, y que se note que dentro vive gente.

Con la fuersssa de un siclóóóóóóón.

4 comentarios:

Enebro dijo...

El diseño escandinavo no creo que decaiga, porque sin Ikea no somos nadie. Lo que posiblemente hagan sea adaptarse y evolucionar, para seguir siendo los nº1 en ventas.
Y deja de buscar sentidos lúdicos a los teléfonos. Salido! XD

Artista de Varieté dijo...

¡¡Qué poderío en el coño metío!!

pop-derío dijo...

Ay, la peña, que se me desmadra...

Anónimo dijo...

LES SALUDA ERIO SAGO ESTUDIANTE DE DISEÑO INDUSTRIAL DE LA UUA. NESESITO PORFAVOR QUE ALGUIEN ME ENVIE ALGUAN ARTICULO DEL DISEÑO NORUEGO YA QUE TODAS LA PAGINAS QUE ENCUENTRO ESTAN EN NORUEGO. DE ANTEMANO GRACIAS. LES DEJO MI DIRECCION DE e-MAIL:
chikwal@hotmail.com