A veces nuestro comportamiento es imprevisible. Ni siquiera uno mismo se conoce tan bien como cree y se puede sorprender ante sus inesperadas respuestas.
La persona más taciturna puede convertirse de golpe en un animal herido de frivolidad.
La amistad más asentada se tambalea sin sentido, esclava de pequeños gestos estúpidos.
No bebes alcohol, pero sin saber por qué dejas que el alcohol te inunde.
Una parte de ti desaparece; otra desconocida empieza a fidelizarte; te fascinan terrenos que antes detestabas, seduciéndote con su promesa de novedad. Tanto, que incluso uno puede convertirse en su opuesto, y su opuesto traicionarse a sí mismo.
En la continua búsqueda, cierras los ojos para no sentir vértigo. Y entonces, ese deje, aquel gesto, una herida abierta, el mismo problema o una reacción repetida te recuerda que eres quien eres.
Y yo no soy una máquina perfecta.
La persona más taciturna puede convertirse de golpe en un animal herido de frivolidad.
La amistad más asentada se tambalea sin sentido, esclava de pequeños gestos estúpidos.
No bebes alcohol, pero sin saber por qué dejas que el alcohol te inunde.
Una parte de ti desaparece; otra desconocida empieza a fidelizarte; te fascinan terrenos que antes detestabas, seduciéndote con su promesa de novedad. Tanto, que incluso uno puede convertirse en su opuesto, y su opuesto traicionarse a sí mismo.
En la continua búsqueda, cierras los ojos para no sentir vértigo. Y entonces, ese deje, aquel gesto, una herida abierta, el mismo problema o una reacción repetida te recuerda que eres quien eres.
Y yo no soy una máquina perfecta.
2 comentarios:
pero si hay quien se cree que esmáquinaperecta, todos aquellos que presumen de prepotencia y demás, y algunos gonienro en cuyas manos ewstamos.
En el fondo somos como esas secretarias con moño y gafipastas que en un momento dado se vuelven locas y se sueltan la melena...
Todos tenemos ocasiones en las que nos sorprendemos, pero por eso somos perfectos. Si no que aburridos, no?
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