martes, enero 02, 2007

unBABELievable!!!


Resulta difícil responder racionalmente ante una película que te provoca una emoción tan intensa como ésta. De algún modo, y a pesar de su algo excesiva duración, la ficción fluye de tal manera que no da tregua en ningún momento. Sólo tras un rato largo, un café y un paseo después de salir de la sala puedes empezar a pensar con claridad en todo lo que has visto, pues hasta entonces casi parece que lo has vivido.

En líneas generales, y quizá por su proximidad en el tiempo, Babel me ha parecido una versión mundializada y matizada de Crash, tanto por su temática (tensiones raciales, dramas atropellados, seres humanos capaces de lo mejor y lo peor) como por su planteamiento, puesto que ambas son películas corales con historias paralelas enlazadas unas con otras por la casualidad.

Ambas plantean los miedos irracionales que sentimos hacia personas de otras etnias, colores, orígenes o circunstancias, y lo infundado y envenenado que ese miedo basado en el desconocimiento mutuo puede ser. Demuestra la película que los miedos son irracionales porque cuando esos mundos ajenos se dan a conocer entre sí, generalmente se superan los prejuicios. Sirvan como ejemplo los niños americanos en la boda mejicana disfrutando como el que más a pesar de la desconfianza previa, la turista americana con fobia a la pobreza aceptando una pipa de una saharahui que la recibe en casa para curar heridas mortales o la japonesa sordomuda aceptada momentáneamente por un grupo de chicos oyentes. Sin embargo, tras este paréntesis de alivio, aflorará de nuevo el rechazo mutuo, la incomprensión, la imposibilidad de diálogo. Lenguas diferentes, culturas distantes, incomunicación y violencia.

En Crash podíamos extrapolar las situaciones de violencia y choque de culturas planteadas en Los Ángeles a todo el mundo, Los Ángeles en este caso funcionando como metáfora del mundo globalizado. Babel, sin embargo, profundiza en esas fricciones planteando la acción en varios países de ese mundo tan falsamente globalizado. Iñarritu maneja con maestría esta mezcla transformándola en un cuento transfronterizo, filmando con extrema elegancia y dotando del mismo nivel de credibilidad a las jóvenes japonesas enmarcadas en su atuendo sexy y entorno extremadamente urbano como a los mejicanos apegados a sus fiestas cargadas de alcohol, animales y cierto salvajismo de los sentidos en barriadas precarias o a los turistas norteamericanos pudientes en un autobús huidizo y trágico.
Acompaña a casi todas las imágenes una música que no hace sino aportarles mayor densidad, acentuar su significado, hasta conseguir emocionarnos en algunos momentos. Especialmente sobrecogedora me pareció la escena de la chica japonesa en la discoteca, donde imagen, sonido, silencio e interpretación se articulan a la perfección para transmitir esa tan brusca y difícil transición que a veces se da entre el éxtasis y la desesperación.

La inspirada y auténtica visión de González Iñáturri me ha recordado más a Amores Perros (salvajemente certera) que a 21 Gramos (demasiado afectada, algo manierista) presentando a una serie de personajes tremendamente creíbles, cercanos, enfrentándose a situaciones límite en entornos muy hostiles. Estos personajes se ven arrastrados casi sin querer en una espiral de tensión creciente, casi tangible, de la que resulta imposible salir ileso, ya sea física o emocionalmente. A esa construcción esmerada se suman unas interpretaciones muy destacables, especialmente por parte del elenco de intérpretes menos conocidos.

Tanto el comienzo como el final sirven como imágenes-resumen de todo lo planteado . Al principio vemos a unos niños en el desierto hablando una lengua extraña que no entendemos, y al final, una torre de apartamentos en Japón circunscrita en una ciudad llena a su vez de apartamentos. Si al principio nos sentimos extraños por no entender la lengua que se habla, al final nos sentimos incómodos por la identificación que podemos sentir con ese apartamento. Todos somos esa torre, todos somos una lengua extraña para alguien, todos formamos Babel.

Os recomiendo que la veáis.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por dejar un comentario en mi blog. Yo tb eí tu crítica y me parece muy personal; también está bien hacerlas así y yo de vez en cuando tb me da por ahí.

trapalleiro dijo...

La música es de Gustavo Santaolalla. El mismo autor de la música de Brokeback Mountain, 21 gramos y Amores perros.

xacobeenalcorcon dijo...

me reafirmo, la peli es muy xula

Anónimo dijo...

Hola Trapelleiro y Poderío. Navegando en 20minutos conocí vuestro blog y quería felicitarles por su trabajo. Después del artículo sobre Babel, tengo aún más ganas de verla, si eso era posible. Sólo una corrección: el apellido del director es González-Iñárritu.

Voté por su blog en 20minutos.

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saludos -Ricardo